21 de desembre, 2013

Un sueño~

Ignacio. 52 años. Aficionado a la lectura y maniático con la comida

"Esa noche tuve la necesidad de tomarme tres tilas, y aún así Morfeo no queria concedirme el placer de dormir. Estaba malhumorado. Para cenar, Cristina, mi hija, habia cocinado carne rebozada. Un plato que me molesta por su textura grasienta, y por los márgenes de la carne, allí donde se junta toda la harina creando una masa con sabor a aceite quemado.
Bien, como he dicho, entre una cosa y la otra, me llevó un buen rato conciliar el sueño. No recuerdo como, pero de golpe me hallaba en el gran sillón de la sala de estar, donde me sentaba incontables veces al dia ara leer y re-leer mis libros favoritos. Pero esta vez, delante de mi, entre mis manos, no se encontraba uno de mis libros favoritos. Era una pieza antigua, de tapas duras y páginas amarillentas a causa del paso del tiempo. No pertenecía a mi colección y tampoco recordaba haber comprado ningún libro últimamente en esas tiendas de segunda mano que solía frecuentar las mañanas de domingo. Con curiosidad, empecé a leer el contenido de este misterioso libro que parecía proceder de ninguna parte.
Al rato, estaba tremendamente sorprendido. Me inquietaba el hecho de leer todo aquello, pero a la vez una leve sonrisa apareció en mi expresión. Mis ojos como platos, se posaban encima de esas palabras, de esas letras que se juntaban para narrar histórias del pasado, recuerdos ya vividos de cuando yo era un renacuajo. Cuarenta años atrás, un Ignacio más joven, inocente y esperanzado con la vida.
A medida que iba leyendo, supe que el libro redactaba los recuerdos más dulces de m infancia. Cuando fui a pescar con mi padre, la primera bicicleta, ese helado de fresa que mamá nos preparaba y las comidas familiares por Navidad. Todo eran recuerdos agradables, memorias entrañables por las cuales me desvivía por revivir, por recuperar esa felicidad despreocupada. Esa felicidad infantil que un día terminó.
Sin querer y sin prácicamente darme cuenta, me leí casi todo el libro, excepto la última página. El último recuerdo de mi infancia. El más amargo, el día que la tranquilidad nos dijo adiós. Cuando mamá murió.
Antes de terminar esa página, sonó el despertador para hacerme saber que las horas nocturnas habían pasado. Me levanté de la cama, para empezar otro día con el peso de los años en la espalda."


Esta es una redacción que hice para la clase de lengua. Está traducida del catalán, así que si se me ha escapado algo no propio del castellano, lo siento. ¡Espero que haya sido de vuestro agrado!