Como le hago entender que no hay un todo, que la nada se rompe siendo nada, que las palabras son aire, que los besos son una ilusión. Como le digo que me comen los celos las culpas el perdón. El dolor. Como le digo que no es un huracán si no me mira a los ojos si no me dirige la palabra porque no puede ni suspirar, no puede ni respirar. Le grito esto es un avalancha un terremoto un tsunami, es el albergue de tu cuerpo la destrucción del mio te daría mi vida si supiese que así ibas a ser feliz, ¿lo sabes? No lo sé, me responde. ¿Qué le digo? Le digo que no me quedan lágrimas que regalarle. Me responde que no las quiere, ya, no quiere más. Me siento tan sola, abrázame. Pon la canción, ponla de nuevo.
16 de gener, 2017
Qué ha pasado después de Carol
Está escuchando en bucle The End, de Carter Burwell. La canción está en bucle. Ella está en bucle. Lleva todo el día así. Es como estar atrapado en un huracán, ¿sabes? No te mata, solo te marea. Ella prefiere morir. Bueno, dicho así suena muy tétrico, dice ella. Cuando escucha The End, la vida se le desliza entre los dedos de las manos. Como agua. ¿Nunca habéis pensado en lo rara que es el agua? La sensación de mojarse. La vida le moja las manos, la piel, y esta se le eriza, hace frio, tiembla. Cuando esta nerviosa y tiene miedo tiembla porque pierde calor, su alma se hiela, su cuerpo se hiela, sus ojos se hielan. Tiembla. La vida se desliza por sus manos. Se desliza por las manos de ella. Voy a escuchar esta canción hasta que se me salga el alma por la boca, dice ella. Se la comen los nervios. La canción es preciosa, es infinitamente preciosa, ¿por qué me desgarra el pecho? Me parte en dos. Dice ella. Me parte en mil. Me siento efímera, vuelo, me evaporo. Evapórate, le digo, llevas toda la vida queriendo hacerlo. Le digo, ¿está aquí el sentido de las cosas, de tu vida? No encuentro las llaves de la puerta de mi cerebro, no encuentro las llaves. No encuentro la salida. No encuentro nada. No encuentro preferiría no haber encontrado nada des de un buen principio quedarme en el hueco de la incertidumbre de la frívola realidad de la incredulidad la desconfianza quedarme en el margen de las cosas sin saber qué es nada deseándolo todo creyendo que ya lo tengo y no es así, teniéndolo sin saber porqué. Preferiría morirme, me dice. Estar viva ya no me complace, me dice. Creo que lo he visto todo. Creo que lo he sentido todo. Entonces ¿por qué nada me hace feliz?